—Abuelo, ¿por qué te falta un trocito en esta oreja?— preguntó la niña, tocando con sus pequeños dedos aquella ausencia parecida a un mordisco.
—Los sabañones, hija.
En la mente de la nieta, aquella nueva palabra tomó la forma de un ratoncito rojizo y minúsculo, que aprovechaba cualquier descuido para mordisquear las orejas de la gente.
Lindo! Qué bonita es la inocencia.
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si ya me gustaba el título de tu blog, ahora con la ilustración ni te digo ^^
estupenda!
un abrazo!
Sergio Mesa / forvetor
http://miesquinadelring.com/
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Gracias, Sergio, soy una dibujante desastrosa, pero me alegro de que te haya gustado. jiji. Y me encanta tenerte de vuelta.
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Ya podrías haber buscado otro bicho para que se comiera las orejas. 😀
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Jajaja
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Me gusta leer micros y con tanto que dicen. Yo no soy muy ducha para ello por eso me quedo maravillada.
Gracias.
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😀 😀 😀 ¡Qué preciosidad, Salmón!
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