Si perdía el norte, podía tardar días en encontrarlo de nuevo; sin saber por qué, su brújula siempre marcaba el oeste, burlándose de ella, tratando de confundirla en medio del bosque de sus pensamientos.
Ni el musgo que podía crecer en los árboles indicaba el punto que buscaba, así se reían sus guías de ella; y no se irritaba, podía ser que el oeste fuera su nuevo norte, que los campos electromagnéticos de su mundo hubieran cambiado sutilmente hasta trastocar la ubicación de las cosas, y el imán de su indicador esférico no se diera por aludido.
El sonido del agua brotando de entre unas rocas la atrajo con fuerza, pero aquello caía al sur, dijera lo que dijera su brújula.
Rozó con ternura la empuñadura de su espada de madera y el suave cuero del carcaj que cargaba a la espalda le acarició el codo, sobresaltándola. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde ir?
Posó su mirada en la roca cubierta de liquen que interrumpía la claridad del sendero hacia el nacimiento del río, decidió que no había mejor camino que el que no existía aún y comenzó a trazarlo con sus pisadas.
Trepó, no sin dificultad, a lo alto de la atalaya natural y el mundo que la rodeaba tomó una nueva dimensión. Ahora ya podía ver por encima de las copas de los árboles, dejando ante sus ojos un lecho infinito de hojas verdes.
Se tomó un momento para descansar y observar desde su nueva ubicación. Allí era inalcanzable, se sentía poderosa e invencible; ni la expectativa de encontrar su destino podía empañar aquel instante, y aprovechó para imbuirse de aquella sensación, tratando de acumularla en su interior para usarla cuando llegara el momento.
Antes de bajar por la otra cara de la roca, consultó de nuevo su brújula; definitivamente se había vuelto loca, pues ahora indicaba algún punto entre su ombligo y su corazón, cuando ella sabía con exactitud que, cualquier norte que pudiera existir, estaría más bien hacia el otro lado.
«Decidió que no había mejor camino que el que no existía aún y comenzó a trazarlo con sus pisadas.» 🙂
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Yo perdi la brujula al final, imagine a una niña solitaria jugando sola en una zona agreste, pero igual disfrute mucho la lectura. Coincido con Martes de cuento, la frase esa pone al relato en otro nivel. Felicidades.
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