Llene la taza de agua bien caliente.
Sumerja la bolsa, e infusione al gusto.
Sírvase media cucharada de azúcar o miel.
Coloque los pies en alto.
Deje que el sonido de la lluvia penetre en sus oídos.
Llene la taza de agua bien caliente.
Sumerja la bolsa, e infusione al gusto.
Sírvase media cucharada de azúcar o miel.
Coloque los pies en alto.
Deje que el sonido de la lluvia penetre en sus oídos.
Sé la mala fama que tenemos los hombres para seguir instrucciones. Pero, aunque no soy de té, te aseguro que lo voy a seguir al pie de la letra.
¡Y que se mueran los feos y me quede yo para simiente de rábano! —que decimos en mi pueblo—.
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Lo malo de estas instrucciones es que hace falta que llueva. Por cierto, me encanta el dicho de tu pueblo.
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Jjajajaja, que bueno y relajante, a falta de lluvia se deja un poco la ducha abierta que suene el agua al caer.
Besos primor.
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