Los besos plantados
En aquel campo, entre las amapolas, la gente iba dejando los besos que les plantaban; besos como los de abuela, que a veces pinchan, pero llenan de alegría el corazón; besos como los de amiga en medio de una fiesta, con su marca de carmín en la mejilla; besos como el primero, inesperados y tímidos; besos como los de buenas noches de papá y mamá, que colocan en la frente un hilito alrededor del cual se construyen los sueños bonitos; besos de reencuentro, de “nos vemos pronto”, de “gracias por estar a mi lado”…
Y de todos esos besos plantados creció un bosque entre cuyos árboles manaba un río, correteaban los ciervos y siempre encontraban flores las abejas.





