Por cosas de la vida, Mónica y yo nos conocimos en un concierto. Quizá no es el sitio más esperable para que coincidan una fotógrafa y una escritora, pero supongo que tampoco resulta tan extraño.
Gracias a las fotos de aquel día, pude descubrir su trabajo y me enamoró al instante.
Tiene una espontaneidad que traspasa el blanco y negro de la mayoría de sus fotografías. Mónica no retrata momentos, retrata emociones, la vida misma; y a veces su propia vida, su propia percepción de su persona en un reflejo, casi siempre con la cámara como barrera, pero de forma íntima, sensible. Esta gijonesa nos descubre un trocito de cada sitio que pisa, de cada cosa que ve y nos deja formar parte de su forma de ver el mundo, que se vuelve un poco más bonito a través de su objetivo.
Os recomiendo que os deis un paseo por su web y su Instagram. Merece la pena.