DE VIBRACIONES A CONTRATIEMPO
DE VIBRACIONES A CONTRATIEMPO
Desde el otro lado de la habitación, intimidada por las cuerdas de ukeleles y guitarras, me mira con ternura la lira y, de cuando en cuando, mientras los acordes fuertes inundan el cuarto, ella se hace el eco trémulo de una nota, una sola, que queda suspendida en el aire hasta la hora de irme a dormir. Cuela sus ancianas canciones en mis sueños con dulzura, porque sabe que allí el resto de curvas panzas no osan entrar, y me recuerda que, antes que nadie, fue ella la que acompañaba mis versos, con la firme esperanza de que mañana, cuando despierte, encierre en negras fundas a sus vástagos evolucionados y solo la deje vibrar a ella. Y, cada mañana, cuando despierto, me prometo que hoy será que rescataremos de mi memoria sones de entre círculos de piedra, de orillas de acantilado, de viento entre abedules, pero llega la tarde y acordes más modernos imperan en mis dedos mientras mi mirada la evita de soslayo y su pequeña vibración se me enreda en el pelo dispuesta a intentarlo una noche más.