DAR (K) NIGHT

Entre tanta luz, la oscuridad de aquel joven era magnética, a pesar de la muchedumbre que les rodeaba parecía que el mundo había encontrado su eje en la escultura que formaban él y su víctima, si es que se podía calificar como tal, y cualquier cosa que giraba alrededor se veía influida por su campo gravitacional, acelerando conforme uno se alejaba de ellos.

«Es un último paso» murmuraba el joven indolente a la vez que acercaba su hermoso rostro al del otro.

Una paz inundaba a los testigos más directos mientras el resto continuaba en una fiesta que daba a la escena un aspecto aún más grotesco.

Los ecos de una orgía invadían el espacio sacralizado por el ritual, como sacados de un infierno de Dante en el que no había penitencia sino regocijo.

Ella los contemplaba entre asombrada y consciente, sin poder explicar a ciencia cierta si comprendía o no lo que estaba presenciando. Su mente vagaba entre los conocimientos adquiridos durante años de estudio, buscando la identidad de aquel demonio. Sus poderes eran tan universales, había tantos candidatos que encajaban con su esencia.. Sin embargo, la quietud, la paz que desprendía, que justificaba sus actos, la tenían desconcertada. No era maldad lo que le empujaba a aquello, era su oficio, su fin último, su destino inexorable, y todos los que allí había eran conscientes de ello, no por irremediable sino por necesario.

Una luz oscura se apoderó del rostro del joven, una luz que iba avanzando desde sus labios hacia sus mejillas y sus sienes hasta invadir sus ojos que se tornaron negros y brillantes como dos perfectas esferas de carbón, fue entonces cuando la víctima abrió los suyos, convertidos en dos bolas blancas ausentes de iris o pupilas pero llenas de vida, ansiosas por el momento final, por el clímax de aquel rito al que se sabía predestinado.

Los ecos orgiásticos cesaron, el mundo entero se paró en el suspiro último, vibrando en torno a la gótica pareja como una energía contenida incapaz de escapar y, de repente, la nada más absoluta, sin aire, sonido o luz. Una nada respirable, embaucadora, con un aroma sin perfume; una nada que llenaba cada rincón, no de la estancia, sino de cada uno de los testigos, para que nunca pudieran olvidar.

SIN ALIENTO III

A veces miras a contraluz y te diviertes, porque todo son sombras azarosas y extrañas gobernadas por un rayo de sol, y entonces llegan las nubes y las apagan, como si fuera el momento de la caída del telón.

TRES CORONAS (Mór-Ríoghan)

En un remolino de plumas,

de oscuridad y esperanza,

tres coronas asomaban.

Las reinas de la aciaga noche,

de lo que fue, de lo que será

de lo que nadie recordaba,

esparcían a la vez

vida y muerte, ocaso y alba.

Entre el humo de las hogueras,

entre el choque de las espadas,

el viento de poniente

y el rumor del mar contra la playa;

entre el silbido de los trigos,

las notas de viejas arpas

levantan almas antiguas

que con cuerpos nuevos bailan.

Desafiando a la tormenta,

abre la corneja sus alas

y sus hermanas aparecen

poderosas, valientes, despreciadas,

devolviendo vida a la nada;

tan hermosas, tan calmadas,

en un remolino de plumas negras

tres coronas asomaban.

HALLAZGO

La linterna dibujaba momentos de claridad en la pared y revelaba un mar de manos alzándose al infinito; el aire que les rodeaba parecía haberse congelado en el remoto instante en que el último obrero colocó la piedra que selló la entrada de la tumba hacía cuatro mil años.

Sintió la tentación de rozar la maravillosa imagen de Anubis; apenas sus dedos se acercaron a la pared, la pluma de la balanza subió en el platillo y los arqueólogos quedaron allí encerrados para siempre.

PAULA QUE TODO LO LEE

En sus estanterías hay una amalgama increíble de géneros y épocas. Es difícil mantener un orden lógico cuando tu biblioteca la habitan cantares de juglaría y lo último de Eduardo Mendoza.

«Ayer estaba aburrida y me puse a leer unas jarchas medievales.» «El sábado pasé la tarde leyendo a Chéjov.» «Tengo un amigo que ha escrito un libro inspirado en la licuefacción sísmica de Port Royal. Me ha gustado.» «Me encontré unos poemas del siglo XIV en una librería de viejo cuando estaba de vacaciones.»

Y, cuando se aburre de esto, estudia leyes, para desintoxicar. Lo mismo se pone con el RD 1/2015 que le echa un ojo, por curiosidad, a la Ley de Propiedad Horizontal.

Sus amigos encontramos adorable su amor por las letras, aunque se le esté yendo de las manos. En secreto, y con cariño, la llamamos “Paula la que todo lo lee”.

La semana pasada quedé con ella, me contó sus últimas adquisiciones. Reconozco que me da envidia, y un poco de vergüenza, que ella lea tanto, y tan variado, y yo tan poco en comparación, aunque dudo que haya en el planeta alguien que lea lo que Paula lee.

Luego me contó que unos pajaritos han decidido convertir en corrala de vecinos el biombo de la persiana de su habitación; para echarlos, ha probado con el sonido de un halcón, con Bach y con golpes de palo de escoba, pero nada, ahí siguen, cada vez más a gusto y cada vez más ruidosos.

Así que ayer, dispuesta a echarle una mano, y de paso contribuir a la extensión de su biblioteca, le he comprado un tratado de ornitología, para que se entretenga cuando se canse de jarchas y leyes.