TANTO VA…
05/05/2015
Los añicos se repartían por el camino que tantas veces había recorrido de casa a la fuente y de la fuente a casa; aunque el cántaro lo rompieron el día que, por fin, llegó al pueblo el agua corriente.
Los añicos se repartían por el camino que tantas veces había recorrido de casa a la fuente y de la fuente a casa; aunque el cántaro lo rompieron el día que, por fin, llegó al pueblo el agua corriente.
Era un caballo hermoso, de grupas anchas y musculadas, cuello arqueado y andar elegante; mas, cuando le abrió la boca, descubrió tres dientes de oro, y pensó en venderlos para comprar paja.
Empecé a escribir porque me di cuenta de que no todo podía ser coser y cantar.