Etiqueta: refranes
Cuando el grajo vuela bajo…
Sacó pan para las sopas de ajo y puso el caldero en el hogar.
La tacharon de loca porque era agosto, pero ella había visto al grajo a ras de suelo aquella mañana.
Lástima que no fuera grajo, sino tordo comiendo moscas.
Eso sí, las sopas, estaban buenísimas.
De montes, cabras y arbustos aromáticos
La cabra gourmet hizo una excursión al monte en busca de condimentos que echar a su guiso de latas y tela.
Recogió lavanda, romero y salvia, pero tardó horas en conseguir un poco de orégano.
NO ES TAN FIERO EL LEÓN…
Había sido uno de sus mejores posados; con gesto terrible, todos los dientes a la vista y su melena al viento.
La cámara le quería.
Se bajó de la peana y regresó a su jaula; solo quería degustar con tranquilidad el filete de carne roja que le esperaba en una esquina.
Ser modelo para la Metro Goldwin Mayer era un trabajo agotador, pero tenía sus recompensas.
Quedarse para vestir…
Pasó aquel Santo tantos años buscando altares en los que posarse sin encontrarlos, que se quedó para vestir solteras.
Arrieritos somos…
La convención anual de arrieros se celebró en Roma tras muchas deliberaciones.
Era lo lógico, pues todos los camino conducían allí.
… las malas a todas partes
—Las niñas buenas van al cielo, hija.
La reprendió con dulzura la monja cuando la pilló escabulléndose por la puerta trasera del patio escolar.
—Puede, pero es que yo solo quiero ir a por chuches al kiosko de la esquina.
Reunión de pastores
Miraban con desconfianza hacia la luz que se colaba por la rendija de la puerta de la cabaña frente al redil. Al final salió uno de los hombres, enganchó al cordero de la más vieja y se lo llevó a la parte de atrás.
Un chillido rompió la noche y luego el silencio.
Pasadas unas horas, el alboroto de los congregados dentro de la choza llenó la oscuridad mientras fuera, en el corral, sus compañeras consolaban a la oveja.
TANTO VA…
Los añicos se repartían por el camino que tantas veces había recorrido de casa a la fuente y de la fuente a casa; aunque el cántaro lo rompieron el día que, por fin, llegó al pueblo el agua corriente.
… no le mires el dentado
Era un caballo hermoso, de grupas anchas y musculadas, cuello arqueado y andar elegante; mas, cuando le abrió la boca, descubrió tres dientes de oro, y pensó en venderlos para comprar paja.