Había dado con la fórmula para convertir cualquier materia en agua potable y, aún así, estaba frustrado.
Después de décadas intentando transformar los cantos rodados en lingotes de oro, todo lo que tocaba se convertía en agua.
Quizá hubiera valorado más su descubrimiento si hubiese quedado una sola pared de su laboratorio en pie, pero tras la gran mutación química, cuando cerró la puerta, lo que antes había sido su orgullo se convirtió en un enorme charco.
¿Mutó a pez? 😉
Me gustaLe gusta a 1 persona
No es mala idea. Jajajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona
😀 😀 😀 😀 ¡A nadar!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Mejor agua que oro, de verdad.
Una pregunta: cuando tocó las paredes, ¿no se le cayó el techo encima? 😛
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona