FIESTA DE SÍ CUMPLEAÑOS
Por no caer en la rutina,
el loco sombrerero,
sacaba conejos blancos
con reloj de bolsillo y chaleco
de su sombrero.
Pequeñas poesías
Por no caer en la rutina,
el loco sombrerero,
sacaba conejos blancos
con reloj de bolsillo y chaleco
de su sombrero.
En la mesa de un escritor
siempre encontrarás papel , boli,
poca comida y un termo lleno;
servilletas, cuadernos,
plumas de tinta y sus tinteros;
poco tiempo, silencio,
motas de polvo sobre los anhelos.
En casa de un escritor nunca faltan
ni velas ni recuerdos.
libros nuevos, libros viejos,
libros que serán,
y libros que nunca fueron.
Y así va el pobre dueño:
con la cabeza a pájaros
y los pies a diez centímetros del suelo.
Reinventaré los caminos
que hace siglos escribí
por las sendas de tu cuerpo.
Borraré todas las huellas
que otras amantes dejaron
a lo largo de este tiempo.
Pisaré aún más fuerte
para llegar hasta los huesos,
tatuarte mis caricias
y hechizarlas con mis besos.
Y si algún día llega otra,
los taparé con las ramas
de las llamas del infierno.
Así llevarás escrito
en la piel y hasta los tuétanos
que no hubo mujer terrena
que te hiciera sentir esto.
Levantarme
de las hostias contra el asfalto
de los altos y los bajos.
Alzar la vista
soltar las manos;
romper el silencio
con canciones del verano
y gritar,
gritar muy alto
porque duele,
porque sí,
porque me lo he ganado;
por mis rodillas raspadas
y los chinarros clavados en mis manos.
Porque decirte “adiós”
no fue tan duro
si no fuera por ese fantasma
que dejó tu abrazo.
Mis ojos se pierden
compartiendo el mismo verde
de este inmenso lago salado,
para encontrarte al otro lado a ti:
mi nombre pasado, mi ilusión presente.
Quizá quieras,
quizá puedas;
quizá no debieras.
Si no quieres
pero puedes,
no debiste.
Y, aunque debieras,
si pudieras,
no querrías.
Ya te estoy echando de menos
y aún no te has ido;
sólo noto el frío de tu ausencia,
un hueco en blanco en el escenario,
el vacío de tu voz en el aire,
el nihilismo de tu mirada en un retrato,
la falta de tu nombre en el papel.
Y, de todo, lo que más me duele,
es tu no ser parte de mi vida,
esa huida a lo cobarde
de la última oportunidad, la mía,
para dar lo que te debo:
media vida, una sonrisa,
y un alma eterna que te espera,
otra vez.
Al pirata de mis noches,
de mis sueños caballero,
vampiro de mis ilusiones,
cowboy de todos mis besos.
Capitán de mis entrañas,
faraón de mis anhelos,
pianista de mis tristezas
y, al fin, voz de mis desvelos.
Dame tu alma,
recuerda mi cuerpo
en un campo de amapolas
soleado al nacer.
Todo tiene sentido
ahora que te veo.
Locura me provocas,
lo siempre menos pensado
en el ocaso del mundo.