TATUAJE
Dejó que escribieran en su piel las historias de cada batalla ganada y cada suspiro de darse por vencida, solo para recordar que, aquella herida, no era nada comparada con las invisibles que tenía repartidas por la memoria.
Dejó que escribieran en su piel las historias de cada batalla ganada y cada suspiro de darse por vencida, solo para recordar que, aquella herida, no era nada comparada con las invisibles que tenía repartidas por la memoria.
Llene la taza de agua bien caliente.
Sumerja la bolsa, e infusione al gusto.
Sírvase media cucharada de azúcar o miel.
Coloque los pies en alto.
Deje que el sonido de la lluvia penetre en sus oídos.
El puente de plata resultó inútil. Debió tenerlo en cuenta cuando descubrió que su enemigo era un hombre lobo.
Ahora estaba desperdiciando un tiempo precioso en construir otro de madera que permitiera al licántropo alejarse de ella.
En primavera secaba pétalos de flores entre las hojas de cuadernos usados.
Se afanaba en recoger conchas en verano, guardándolas con cuidado en su saquito de arpillera.
Cuando llegó el otoño, y se encontró aquellas dos bellotas unidas por sus sombreritos, quiso guardarlas también, en una cajita de cedro.
Para cuando el invierno apareció, con su genio cambiante y frío, se vio en la tesitura de buscar un sitio donde almacenar los copos de nieve y el viento del norte.
Cuando descubrió que el vecino del primero se había afeitado la barba, él, aún viviendo en el quinto, se vio en la obligación de comprar una palangana por si llegaba la hora de poner la suya a remojo.
Tienen mis sueños esta noche un velo de lluvia que se refleja en la cara oculta de la luna; se me desperdigan las ovejas que cuento y hasta los lobos ignoran que mi insomnio es culpa de un salmón.
Habían pensado en las múltiples consecuencias del cambio climático.
Eruditos, ingenieros, biólogos y físicos se habían devanado los sesos intentando adelantarse al desastre; pero, cuando los polos se derritieron del todo, la única posibilidad que no habían barajado era verse sometidos a la voluntad dictatorial de un salmón que agitaba el látigo de alga trenzada con aleta férrea, demandando cada día más manos para construir el mausoleo con que honrarían su memoria tras el desove.
Viento reía arremolinado entre las hojas, Lluvia brincaba sobre la superficie de los charcos y Neblina jugaba al escondite junto a la ribera.
En aquella mañana de recreo, Sol esperaba su hora, mirando triste tras la ventana.
Nunca le dejaban salir con ellos.
Tras la catástrofe nuclear, los supervivientes se entregaron a la repoblación planetaria.
El joven Ossi ya había elegido pareja, y es que no pudo resistirse al lento batir de pestañas de los ochos ojos de aquella muchacha.
Aquel dragón luchaba todos los días por no escupir fuego y se lamentaba por ello, deseando ser cualquier otra cosa antes que dragón.
Peleaba contra su naturaleza con tanto ahínco que, un buen día, se despertó sin la capacidad de abrasar con su aliento y sin alas, convertido en tiranosaurio.
Ahora todo su empeño se centra en evitar comerse las ovejas de los aldeanos.