En un remolino de plumas,
de oscuridad y esperanza,
tres coronas asomaban.
Las reinas de la aciaga noche,
de lo que fue, de lo que será
de lo que nadie recordaba,
esparcían a la vez
vida y muerte, ocaso y alba.
Entre el humo de las hogueras,
entre el choque de las espadas,
el viento de poniente
y el rumor del mar contra la playa;
entre el silbido de los trigos,
las notas de viejas arpas
levantan almas antiguas
que con cuerpos nuevos bailan.
Desafiando a la tormenta,
abre la corneja sus alas
y sus hermanas aparecen
poderosas, valientes, despreciadas,
devolviendo vida a la nada;
tan hermosas, tan calmadas,
en un remolino de plumas negras
tres coronas asomaban.