DE OPCIONES VI

De poder elegir, sería acantilado

para que el mar me bese los pies,

que el viento me remueva las ideas

y me aniden los pájaros

a la altura del corazón.

Acantilado de dura roca

que se desmorona con los años

(siempre el mismo, nunca igual)

y que me coronen el flequillo

de margaritas y rocío.

Que me teman los barcos,

los aviones;

que me crean fin del mundo.

Y que me resbale por el cuerpo

la luz dorada de una puesta de sol.


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