En la orilla,
siempre al borde,
en ese mundo de nadie
habitado por el miedo,
regido por la incertidumbre,
impregnado de ti y tus solitudes,
de él y sus desengaños,
de mí y mis tristezas,
en la orilla conquistada por las caracolas,
abandonada por la espuma
que a veces se siente mar.