Le había costado un triunfo y parte de su plan de pensiones conseguir aquel pendrive. Tras meses de averiguaciones en un submundo en el que nunca pensó sumergirse, dio con un hacker que podía hacer el trabajo, y ahora obraba en su poder la copia del disco duro de su exsocio y archienemigo.
Por fin conseguiría justicia. Su nombre quedaría limpio y solo era cuestión de tiempo que le ofrecieran de nuevo la presidencia de la compañía.
La carga de los archivos le llevó más de media hora.
97%…
98%…
99%…
CARGA COMPLETADA
Colocó el puntero sobre la carpeta “TOP SECRET” y pulsó el botón izquierdo del ratón. Echó de menos un gato blanco de angora, que su silla fuera giratoria y poder exclamar un “muahahaha” malicioso y triunfal. Sin embargo, de sus labios escapó un «¡¿Qué diantres?!» cuando descubrió que los archivos que tanto sudor y sinsabores le había costado conseguir solo contenían las fotos de unas vacaciones en Saint-Tropéz y el vídeo de la boda de una hermana.
Karma, claro.
Ante todo, mucha karma. Y 007.
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😉
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Jajajajaja, pobre hombre!
Besos.
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Como dice Torpeyvago, es el karma. Jajajaa
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100%… ¡decepcionado! 😀 😀 😀
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Jajajaja. Me encanta esa lectura que has hecho.
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