Vivo entre dos “yo”, una que escribe y otra que lee; una castellana y una irlandesa; una se aburre en la oficina y la otra remonta con un salmón.
Las dos tienen los ojos verdes y las rodillas un poco pochas; las dos, a veces, se entreveran y no sé quién soy yo y quién ella, pero solo una sabe hablar con las piedras.