Texto incluido en el libro de relatos Lo que las piedras callan
La policía entró en el estudio sin miramientos. Apenas prestaron atención a los lienzos de las paredes, ni a los bocetos en carboncillo que tapizaban cada centímetro.
«Muerte accidental» firmó el forense, que determinó como un resbalón la causa del fallecimiento.
Y, allí, sobre el suelo plagado de manchas de óleo y pastel, dejó el pintor su obra póstuma: el contorno de su silueta en tiza blanca.
Sorprendente, preciso, agudo micro: su obra póstuma, para la eternidad…
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Gracias por tus palabras, Francisco
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