Nunca le atrajo el papel de heroína, se conformaba con roles secundarios que pagaban las facturas y le permitían disfrutar del glamur del cine sin las complicaciones de las alfombras rojas y las entrevistas en televisión.
Pero cuando la contrataron para una superproducción de romanos y vio a su actor favorito haciendo de bárbaro maltrecho y encadenado, se alió con la protagonista, lo liberaron, le curaron las heridas y se fugaron juntos en el primer tren que salió de la ciudad.
La dicha de pasar desapercibido…
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo que se hace por amor!
Me gustaLe gusta a 1 persona