Al arrullo de nana vieja
le viene faltando el alma,
que la han invadido los sones;
se llevaron las ovejas
que le permitían entrar en la casa.
Ya no duerme el niño tranquilo
en su cunita de madera
ni en el mejor colchón de plumas,
ni en la almohada más ligera,
porque le han invadido los sones
al arrullo de nana vieja.