Llegó la primera, con sus pantalones anchos y la camiseta ajustada.
“Te debo un cerebro” dijo, y luego saltó repitiendo: “¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas?”
Yo intentaba lavarme los dientes, fregar los cacharros, hacer mi trabajo, preparar el café…
Ella saltando alrededor. “¿Te acuerdas?”
Me hablaba de los sueños imposibles, de canciones, de amores platónicos; de noches en vela rodeada de amigos, de lugares seguros; de pellizquitos en la boca del estómago, de vientos verdes, de lagunas negras.
Al poco vino la segunda, sigilosa y tierna, con su cuaderno bajo el brazo, con el bolígrafo en la mano.
“Te debo un cerebro” dijo, y luego empezó a desatar unicornios, a pedirme ayuda para buscar hadas; a contarme historias, a prender hogueras…
Alrededor de las llamas, la otra bailaba.
“Te debemos un cerebro” coreaban.
Yo seguía intentando lavarme los dientes, fregar los cacharros, hacer mi trabajo, preparar el café… La una saltando: “¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas?”; la otra señalando cada idea que se nos escapaba: “Esto merece un poema.” “Esto bien vale un relato.”
“Te debemos un cerebro.”
Y sonreían, y me tendían las manos para que las acompañara.
“Es tarde, chicas” les decía; pero ellas, nada.
“¿Te acuerdas?” “Mira que bonita melodía para narrarla.” “Te debemos un cerebro.”
Y yo intentando hacer la ensalada.
“Te debemos un cerebro.”
Y yo preparando la maleta, limpiando los baños.
“¿Te acuerdas?” “Mira, un duende.”
Casi empano la lechuga, se me olvidó llamar a casa, se me destiñó un calcetín en la lavadora y me tiñó todo lo demás.
“¿Te acuerdas?” “Mira, un hada.” “Te debemos un cerebro.”
Bailé con ellas, escribí poemas, canciones; vimos atardecer, canté duetos imaginarios, hicimos conjuros con hierba de San Juan, nos perdimos en las estrellas.
“¡Basta! Mañana una de las tres tendrá que ir a trabajar e irá cansada.”
“Voy yo” dijo la primera.
“Si tú solo cantas y bailas”
“Voy yo” dijo la segunda.
“Antes de media hora habrás muerto de tedio y desesperación.”
“Tú no puedes ir. Te debemos un cerebro y, sin cerebro, no eres nada.”
Así que hemos venido las tres, a ver qué pasa.