Como si de una plaga de langostas se tratara, una avalancha de científicos se instaló en el único hostal del pueblo.
Unos meses antes, un turista había grabado un vídeo que se hizo viral, y así se propagó la noticia de que, en Villalugos, los vecinos nadaban por las calles dando brazadas en el aire, y esto era así salvo cuando tenían que cargar con cosas, que recurrían a carros pequeños tirados por palomas a las que indicaban el camino tirando al suelo miguitas de pan.