RETRATO AL OLEO

Tan tierna la hoja que se quiebra

como un alga serena que fluye con el río,

un croar de rana inesperado,

un volar de milano sombrío.

Tres coronas enterradas en el barro,

un gorrión que se acicala con el pico,

la trenza deshecha de dar zancadas

en pos de la idea que ha perdido.

Dos barrancos y cinco vaguadas,

el camino más luminoso y tranquilo,

un arcoiris que rompe la tormenta

y el destino contenido en un suspiro.

TODAY III

Esa pena que arrastro hoy sin sentido (sin secretos porque no es nueva) a veces nace de los sueños, a veces del cambio del viento; esa pena, que me hunde los hombros, me atenaza el pecho sin remilgos porque es mía y sabe de dónde viene, aunque nunca sabemos hasta dónde va, quizá hasta agosto, hasta noviembre…

Esa pena a veces se queda un año sin dejarme dormir y, cuando no está, una parte de mí la echa de menos; no por la pena, sino por el sendero que lleva a ella, a esa pena, que más que pena es cansancio, es saber que no estás donde debes mientras los de tu especie te gritan en sueños: «Vuelve a nosotros, regresa«.

Esa pena de ser de un lugar perdido en el tiempo y en la memoria del resto de mujeres y hombres; de saberse inferior y superior en un mismo momento.

Si tan solo…

Pero la posibilidad no existe, no llega, a pesar de que el viento se ha llevado el verano que parecía estar aquí, a pesar de que el viento (que a veces es mi amigo) se niega a traerme otoño o invierno, solo disfraza a junio de marzo y luego se marcha, tan campante, en dirección opuesta a la que ha venido. Y yo me quedo esperando a las hogueras de agosto, con su crujido entre los trigos maduros, aunque sé que, lo mismo, el mal viento se quedará hasta el tiempo de las calabazas y quizá más allá. Y la idea me aterra, y me consuela, y me encoge los músculos de las piernas para que no pueda salir corriendo o ir más rápido que el calendario.

«Este año será como ellos quieran, como siempre.” Me digo.

Mira que eres terca, mira que no aprendes.» Repiten las voces de los de mi especie que se esconden entre los pétalos de los girasoles como el año pasado se escondieron entre los terruños de los campos en barbecho.

«Mira que no aprendes.» Repiten, como si no les hubiera oído la primera vez.

Y vuelve a rolar el viento, los sueños no cesan, encuentran siempre un atajo entre el hielo o el aire ardiendo, y se presentan, y al principio sonrío murmurando: «De nuevo estás aquí«, aunque sé por experiencia que, pasadas dos o tres noches, empezaré a arrastrar esa pena.

COMO EL GATO DE CHESHIRE

Como el gato de Cheshire

asoma tu sonrisa en la luna menguante,

me guiñas un ojo entre dos constelaciones

y me miras con la roja indiscreción

de un Marte que no me atormenta.

Como el gato de Cheshire

tu silueta se desdibuja en las nubes

(medio blancas, medio moradas)

que cruzan un horizonte de sombra de árbol,

de aleteo de pájaros que aún no rompieron el cascarón.

Luego recuerdas que no me llamo Alicia,

ni caí por un agujero persiguiendo un conejo blanco;

que yo soy la que lleva colgando al cuello

un reloj de arena;

que ni siquiera me hace burla

mi querida Liebre de Marzo;

que el Sombrerero Loco

nunca me invita a tomar el té.

Y, como el gato de Cheshire,

guiñas los ojos, sonríes,

y te desvaneces.

LUNA-LUNA

Luna-luna está inquieta,

quiere aprender a montar en bicicleta.

Luna-luna tiene hambre

y come bocadillos de fiambre.

Luna-luna es muy lista

y quiere ser malabarista.

Luna-luna se pone elegante

para dar paseos en elefante

Luna-luna, cuando llega el día

se mete en la cama

y se queda dormida.

DE OPCIONES VI

De poder elegir, sería acantilado

para que el mar me bese los pies,

que el viento me remueva las ideas

y me aniden los pájaros

a la altura del corazón.

Acantilado de dura roca

que se desmorona con los años

(siempre el mismo, nunca igual)

y que me coronen el flequillo

de margaritas y rocío.

Que me teman los barcos,

los aviones;

que me crean fin del mundo.

Y que me resbale por el cuerpo

la luz dorada de una puesta de sol.

FIN DE NANA VIEJA

Al arrullo de nana vieja

le viene faltando el alma, 

que la han invadido los sones;

se llevaron las ovejas

que le permitían entrar en la casa.

Ya no duerme el niño tranquilo

en su cunita de madera

ni en el mejor colchón de plumas,

ni en la almohada más ligera,

porque le han invadido los sones

al arrullo de nana vieja.

TRES CORONAS (Mór-Ríoghan)

En un remolino de plumas,

de oscuridad y esperanza,

tres coronas asomaban.

Las reinas de la aciaga noche,

de lo que fue, de lo que será

de lo que nadie recordaba,

esparcían a la vez

vida y muerte, ocaso y alba.

Entre el humo de las hogueras,

entre el choque de las espadas,

el viento de poniente

y el rumor del mar contra la playa;

entre el silbido de los trigos,

las notas de viejas arpas

levantan almas antiguas

que con cuerpos nuevos bailan.

Desafiando a la tormenta,

abre la corneja sus alas

y sus hermanas aparecen

poderosas, valientes, despreciadas,

devolviendo vida a la nada;

tan hermosas, tan calmadas,

en un remolino de plumas negras

tres coronas asomaban.

BENDICIÓN A LA ANTIGUA

Que la niebla venga un día

a revivir tu alma eterna

y un rayo de tormenta

sane tu corazón dolorido,

que las pequeñas gotas de lluvia

sean tus únicas lágrimas

y el viejo viento entre las piedras

cante una hermosa canción para ti.

Que sientas en mis abrazos

la fuerza de las montañas

y sepas, al fin, que todo

es tu batalla ganada,

que la madre no te olvida

ni te abandona tu hermana.

AFORTUNADAS II (LKS)

Se me escapan las notas mientras sueño,

dulces, melancólicas, agudas,

y no casan con mi voz

siempre oscura, rota, desmadejada,

profunda como un pozo seco;

y ahora que vuelve a navegar,

esta vez sola,

siento que necesita vuestros ecos,

que echa de menos dos octavas,

dos tercios de tres,

matemática imposible

que siempre (nos) funcionaba.

ENTRE EXTRAÑAR Y ECHAR DE MENOS

Te extraño,

con todas sus letras

sus abismos, sus esperanzas.

Te extraño con ojos nuevos

que no conocen esa mirada

tan dulce, tan despierta,

a fin de cuentas tan extraña.

Te extraño,

que no es lo mismo que echar de menos,

tú siempre eres más en un torbellino

de circunstancias,

más sereno, más amable,

más impredecible,

más tú, más yo también.

Y por eso te extraño,

por cuanto de mí reflejas.