AGITADO

Era una de esas historias que viajan de boca en boca; de esas historias que a unos espeluzna y a otros embelesa. Lo tenía todo: un dragón, una princesa, un caballo, una armadura, un doncel, un pozo y una moraleja.

De tanto ir y venir, se le desbarataron los personajes y así, al final de los tiempos: el pozo, que montaba en un carro tirado por el doncel y una princesa vestida con armadura, logró salvar al dragón de una moraleja custodiada por el caballo.

NOBEL DE FÍSICA

No es fácil optar al Nobel, se necesita muchos años de estudio y… un golpe de suerte. Uno como el que se dio Anacleto Ruipérez en el dedo meñique con la pata de la mesilla de noche y que le dejó ver: primero las estrellas más cercanas, luego la Vía Láctea desde fuera y, por último, el primer destello del nacimiento de un agujero negro; fenómeno que fue confirmado por el observatorio astronómico del desierto de Atacama y que le puso en la órbita de la Academia sueca.

Aunque hoy todas sus preocupaciones se centran en encontrar unos zapatos que le permitan: A) Cumplir con el rígido código de vestimenta.

  1. B) Albergar con holgura el mamporro deforme que arrastra a un lado del pie derecho desde que realizó el feliz descubrimiento.

Náufrago

Ya no calmaba la sed del viajero, no llenaba tinajas para refrescar a los niños en verano. El cubo se enfrentó a su destino sumergido en las verdosas aguas del pozo abandonado, como un náufrago que espera a ser rescatado.

Fuga

Cada mañana dejaba volar de modo febril la pluma sobre el papel durante horas.

Un buen día, hartos de su maltrato, la pluma y la pila de papeles echaron a volar por la ventana, dejándole sin historia.

CERAS

Miró por la ventana, calle abajo, y las fachadas de colores, con sus tejados a dos aguas, se parecían a los lápices de ceras que usaba de pequeña para pintar mundos imaginarios, indecisas sobre qué color usar sobre el fondo azul impoluto del cielo.

ALQUIMIA

En su maletín había remedios para todo: la muerte, la enfermedad, el odio, la venganza… incluso el secreto de la piedra filosofal; pero entre almbiques, tarros de mandrágora, alas de murciélago, uñas de búho y hierbajos varios, no logró dar con la receta contra el mal de amores que hacía suspirar a sus vecinos con la llegada de cada primavera.

Ricitos de Oro

La primera habitación que le ofrecieron en el hotel “Los Tres Ositos”, no tenía vistas al mar, y la segunda estaba demasiado cerca del ascensor.
Conforme con la tercera, en la última planta del hotel, Ricitos de Oro bajó a cenar. Encontró la sopa de fideos escasa de caldo, y el gazpacho sobrado de ajo, pero el filete de pollo a la Villeroi le encantó. Y dejó constancia de todo ello en diversas páginas web.