No es fácil optar al Nobel, se necesita muchos años de estudio y… un golpe de suerte. Uno como el que se dio Anacleto Ruipérez en el dedo meñique con la pata de la mesilla de noche y que le dejó ver: primero las estrellas más cercanas, luego la Vía Láctea desde fuera y, por último, el primer destello del nacimiento de un agujero negro; fenómeno que fue confirmado por el observatorio astronómico del desierto de Atacama y que le puso en la órbita de la Academia sueca.
Aunque hoy todas sus preocupaciones se centran en encontrar unos zapatos que le permitan: A) Cumplir con el rígido código de vestimenta.
- B) Albergar con holgura el mamporro deforme que arrastra a un lado del pie derecho desde que realizó el feliz descubrimiento.
Para los descubrimientos en el vasto universo, se necesita mucho suerte, claro, también talento. Es muy divertida la anécdota. Saca una sonrisa para pasar bien el día o la tarde.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues entonces, el texto ha cumplido su función. Feliz fin de semana.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Diversión para una tarde de festivo en forma de anécdota cientificalgia.
Hay que ser un genio, en cualquier caso. Yo me hubiese limitado a un «mecagoentoloquesemenea»
Me gustaLe gusta a 1 persona
Eso es que no te has dado lo suficientemente fuerte, créeme. Jajaja
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ja, ja, ja, ja.
Me gustaLe gusta a 1 persona