COMO EL GATO DE CHESHIRE
Como el gato de Cheshire
asoma tu sonrisa en la luna menguante,
me guiñas un ojo entre dos constelaciones
y me miras con la roja indiscreción
de un Marte que no me atormenta.
Como el gato de Cheshire
tu silueta se desdibuja en las nubes
(medio blancas, medio moradas)
que cruzan un horizonte de sombra de árbol,
de aleteo de pájaros que aún no rompieron el cascarón.
Luego recuerdas que no me llamo Alicia,
ni caí por un agujero persiguiendo un conejo blanco;
que yo soy la que lleva colgando al cuello
un reloj de arena;
que ni siquiera me hace burla
mi querida Liebre de Marzo;
que el Sombrerero Loco
nunca me invita a tomar el té.
Y, como el gato de Cheshire,
guiñas los ojos, sonríes,
y te desvaneces.