Había sido uno de sus mejores posados; con gesto terrible, todos los dientes a la vista y su melena al viento.
La cámara le quería.
Se bajó de la peana y regresó a su jaula; solo quería degustar con tranquilidad el filete de carne roja que le esperaba en una esquina.
Ser modelo para la Metro Goldwin Mayer era un trabajo agotador, pero tenía sus recompensas.
El león de la Metro rugiendo es una de las imágenes de mi vida 🙂
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