El capitán Ahab puso un anuncio por palabras buscando trabajo. Recibió oferta de un tal Nemo que necesitaba marineros con experiencia. Como el sueldo era bastante bueno, se enroló sin demora, fascinado por las novedades del Nautilus.
Perseguían calamares gigantes, ballenas francas o tiburones, hasta que, fondeados en Gibraltar, unos activistas de Greenpeace se encadenaron al submarino para concienciar sobre la pesca sostenible.
¿Qué comían en el Nautilus? ¿Conservas de caballa?
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Mejor no saberlo, sospecho que higaditos de oso polar.
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