Todos se miraban a los pies en la sala de espera del médico.
Iba con retraso, para variar.
Zapatos con cordones desiguales, zapatillas cerradas con velcro, cuero bien cuidado, y materiales sintéticos de color blanco; hasta unas botas de antelina morada.
Por fin se abrió la puerta y, en el suelo, unos zuecos azul marino precedían al cadáver sangrante del doctor.
Jajajaja la asesina pillada in flagrante 😎
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Un final tremendo para lo que parecía algo cotidiano. Me parece un estupendo relato.
Saludos.
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