Salió un tiempo con el Joker; resultó ser un narcisista. Con Lex Luthor tuvo más de lo mismo.
Como los chicos malos no le daban resultado, probó con los buenos.
Superman fue una decepción.
Acabó hasta el moño del compromiso con el trabajo de Batman. Había perdido la cuenta de las veces que esperó envuelta en una toalla a que él entrara por la puerta del baño para abandonarse en sus brazos, pero siempre aparecía la dichosa batseñal.
Al final se casó con el fontanero que le arreglaba los grifos al Increíble Hulk; quizá no era tan importante, ni estaba tan bueno, pero al menos pisaba por casa.