Este es el último texto que envié al taller de Literautas, con las palabras «beso» y «circo» como obligatorias y el reto añadido de hacerlo sin adjetivos. En la versión original se me coló uno, aquí he enmendado el error.
Llegué a Beltane con urgencia pero tarde, cuando ya las lonas de colores que adornaban la explanada, como un circo arrancado del medievo a los ojos de un niño, habían desaparecido; cuando los arqueros habían recogido sus flechas y los caballos habían dejado de relinchar al viento.
Casi dos mil años después de aquel beso que nunca llegó a ser, llegué a Beltane, con un cuerpo a medio reciclar y un alma que se acordaba de todo, a veces a su pesar.
Llegué a Beltane con urgencia, sin que aquello fuera la colina de Uisneach, sin que Éire fuera la tierra que pisaba, y sólo hallé una vela que titilaba en las luces del bar parecida a las hogueras que antaño iluminaron la isla en las noches de comienzos de mayo.
Me invadió el impulso de cumplir con la tradición de atravesarlas, aunque el temor me atenazara a consecuencia de las sombras que giraban a su alrededor.
Tuve miedo de quemarme, de no encontrar nada al otro lado, pero terminé por introducirme entre las llamas para ver tu rostro que se perfilaba en esos ojos del color del océano todavía hoy, cambiando sus matices al son de la luz que les daba.
Habías pasado aquellos minutos, ¿qué digo minutos? ¡Casi dos milenios! frente al fuego, esperando a que apareciese saliendo de un olvido que nunca llegó a ser tal.
Tu sonrisa me cautivó por completo, llenándome de calma, haciéndome recordar más de lo que ya recordaba mientras me arrastrabas hacia ese bosque de mitos que se poblaba con gemidos sin concluir, atestiguando los encuentros de otros amantes que nunca fuimos nosotros, hasta ahora.
Llegué a Beltane con urgencia y no tan tarde como pensaba, porque había una cueva, una hoguera y tú estabas allí, porque la música aún no había cesado.
Llegué a Beltane casi dos mil años y tres días después de Beltane, pero te encontré, y nos amamos como siempre y esta vez diferente, y comprendí, al fin, que todos los días son Beltane si estás tú.
Nota del autor: Beltane es una festividad de los celtas que celebraba la fertilidad y era costumbre que los amantes se perdieran en bosques y cuevas; hoy coincidiría con el día uno de mayo (en irlandés este mes recibe el nombre de Beltane).
La celebración empezaba con el encendido del “fuego del rey” en la colina de Uisneach, el centro de Irlanda.
Vaya pequeña maravilla, Aurora. Has imprimido en este relato una épica que me ha fascinado. Me ha gustado mucho la sonoridad y la poesía de tu narrador.
Un saludo. Nos leemos.
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Gracias, Luis, para mi fue todo un reto evitar los adjetivos, soy muy descriptiva escribiendo pero el texto fluyó solo.
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Pues te ha quedado fabuloso, ni me he llegado a acordar del reto, lo cual quiere decir que no ha perjudicado al texto para nada.
Felicidades.
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Como siempre genial pero en esta ocasion especialmente.Da igual que uses o no adjetivos,haces que el lector se meta en la historia y la viva como suya.
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Gracias por pasarte, nena. Nadie mejor que tú sabe lo que esta historia significa para mi y eso la convierte en un reto aún mayor.
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