Era tentador, pero logró contenerse. ¡Qué manía con poner carteles prohibiendo cosas!
Hasta ese día, nunca se le había ocurrido lo interesante que resultaba tocar puertas de chapa.
Era tentador, pero logró contenerse. ¡Qué manía con poner carteles prohibiendo cosas!
Hasta ese día, nunca se le había ocurrido lo interesante que resultaba tocar puertas de chapa.
Ese tentación irresistible de lo prohibido. Muy ocurrente, Aurora. Un abrazo
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Gracias, David. Tiene algo de autobiográfico. Me acordé que, de pequeña, nunca me había fijado en aquellas puertas hasta que mi abuelo me señaló una y me dijo que no la tocara. Hoy, cada vez que veo una (de las poquitas que van quedando) me acuerdo de él y, por un momento, siento la tentación de tocarla.
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