Texto para el taller de Literautas. Intenté un pequeño tributo a Gila y los Monty Python, quedó absurdo, pero ¿no se trataba de eso?
-Hola, ¿podría hablar con Paolo Milano?
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–Sí, espero.
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–Hola, Paolo. Soy Miranda, la del duplex del centro.
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–Desde luego. Vaya cambio, chico, no me lo imaginaba así, tienes razón.
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–Sí, ya imagino que te has esforzado al máximo. Que has consultado las tendencias. La cuestión es que no entiendo muy bien el estilo.
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–¿Estilo industrial, dices? Pero es que me resulta un poco frío. Bueno, frío no, es que es entrar en casa y me dan ganas de ponerme a fundir metal.
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–Ya, si está muy bien que sea lo último en salones, pero es que yo soy abogada y no me pega mucho.
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–¿Y la jaula esa que hay en el dormitorio, con un pájaro disecado?
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–Un toque de vida, de color. Ya. Pero está muerto.
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–No, no, yo mascotas no quiero, que no tengo tiempo de cuidarlas.
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–Sí, a lo mejor. ¿Y el borsalino que me has dejado de recuerdo en el perchero?
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–Un toque de distinción, a lo Frank Sinatra, ya.
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–No soy yo muy de Frank Sinatra. Ni de sombreros.
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–Pues no. No creo que un sombrero y un ex-loro me quiten las ganas de invitar a todos mis amigos a comernos un bocadillo subidos en la viga que me has dejado a la vista en la cocina.
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–Sí, me he fijado en la bobina gigante que hace de mesita de café, era una broma.
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–¿Y las fotos de mis viajes que te pedí que pusieras?
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–¿El marco digital?
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–Vaya, no, no, si está muy bien, pero claro, con ese tamaño, yo creí que era otra cosa.
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–Pues otra cosa, yo qué sé, está todo tan moderno que ya no sabe una qué esperar.
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–No, pero no me llores. Es sólo en lo que me acostumbro, que así, en frío.
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–Pues no, en la habitación de invitados todavía no he entrado, pero miedo me está dando.
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–Ya veo.
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–No, no me convence demasiado. No sé si alguien va a querer venir si le cuento eso.
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–Hombre, una cosa es que no quiera que se apalanquen y otra muy distinta que no vuelvan.
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–Pues no, no estoy contenta con tu trabajo. Me siento extraña, alienígena, esto último en sentido literal.
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–Pues tendremos que buscar la forma de ponernos de acuerdo.
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–Si yo lo entiendo, pero es que no quiero que mi casa parezca el laboratorio del jovencito Frankenstein. Quiero que parezca mi casa.
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–Me da lo mismo si está demodé o te resulta rancio. No quiero más acero inoxidable que el de los electrodomésticos. ¡Joder! Que entro en el baño y ya no sé si voy a ducharme o son los encuentros en la tercera fase y me van a meter una sonda por el…
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–Pues ¿tú me dirás? Te pago un dineral para que me dejes el piso para entrar a vivir y me encuentro con esto. ¡Y no me llores, coño, que es a mí a quien le has dejado la casa como una siderurgia!
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–Bien, pues las paredes en amarillo Sáhara y los muebles retro, pero ojito con eso de retro, que tampoco quiero que parezca esto la guarida del Superagente 86.
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–Ya, si era solo una broma, Paolo. No me llores.
Me he puesto nostálgica, en el primer piso en el que viví me hice con una bobina para usarla de mesita 🙂 Y como ex-soldadora que soy, el ambiente siderúrgico me inspira 😀
Para la próxima te llamo como decoradora 😉
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Ya lo leí allá. Te quedó fantástico Aurora. Un abrazo
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