Cuando llegaba el mediodía le costaba moverse por el vecindario. El olor a puchero salía de cada ventana inundando todo.
Odiaba las habas desde niño. Puestos a pedir, incluso hubiera preferido las lentejas; aunque con esas no le quedara más remedio que comerlas.
Interesante: esclavitud por el refranero culinario.
Jamás lo había oído.
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