DE HABITÁCULOS INMUNDOS

Le escocían los ojos, hartos ya de la luz mortecina de los fluorescentes y el ambiente cargado de una estancia que parecía hecha dentro de una pirámide, en la que apenas dos veces al año, por un agujerito, entraba el sol.

Dio el último sorbo a su taza de té y estiró los brazos.

A través de la ventana veía el danzar de nubes oscuras a favor de un viento desesperado por barrer el mundo.

Apagó la pantalla del ordenador, cogió su chaqueta del respaldo de la silla y salió a la calle, a que le diera el otoño.

NO ES TAN FIERO EL LEÓN…

Había sido uno de sus mejores posados; con gesto terrible, todos los dientes a la vista y su melena al viento.

La cámara le quería.

Se bajó de la peana y regresó a su jaula; solo quería degustar con tranquilidad el filete de carne roja que le esperaba en una esquina.

Ser modelo para la Metro Goldwin Mayer era un trabajo agotador, pero tenía sus recompensas.

Elementos

Cuando se enfadaba, todo su cuerpo parecía hecho de fuego. Era una sensación potente y extraña, tan intensa, que a veces creía que no podría controlarlo; como si, de repente, las yemas de sus dedos fueran a incendiarse, y sus ojos verdes pudieran tornarse oscuros, convertidos en rescoldos de carbón recién retirado de una hoguera.

Pasó mucho tiempo tratando de encontrar el agua con que sofocar aquello, pero terminó por descubrir que, si bien el aire sólo lograba incrementar su ira, hundir los pies en la tierra era el remedio para su mal; como si echar raíces fuera la única cura milagrosa.

Reunión de pastores

Miraban con desconfianza hacia la luz que se colaba por la rendija de la puerta de la cabaña frente al redil. Al final salió uno de los hombres, enganchó al cordero de la más vieja y se lo llevó a la parte de atrás.

Un chillido rompió la noche y luego el silencio.

Pasadas unas horas, el alboroto de los congregados dentro de la choza llenó la oscuridad mientras fuera, en el corral, sus compañeras consolaban a la oveja.

Escrutinio

Una vez cada cuatro años, engullía sin descanso las ofrendas que le hacían. Tal era el empacho que, al final del día, se veía obligada a vomitar todo lo ingerido, mientras un equipo de forenses analizaba el contenido de su estómago.

Ragnarök

El lobo Fenrir rompió sus cadenas invisibles e intentó tragarse el sol; la niña vikinga lamentó durante mucho tiempo que el fin del mundo hubiera comenzado mientras ella iba a casa de su abuelita para llevarle sopa en una cestita.


La versión más corta de este relato recibió mención como uno de los ganadores del reto #HBreves Trilogía Música: Tema Apocalíptico.

Medidas anticrisis

Pues aquí está mi propuesta para el reto 5 líneas de Adella Brac. Las palabras para mayo eran: pintura, poemas y temor.


Después de recibir cumplido informe sobre la situación económica de la institución, e instigados por el temor a la bancarrota, los dirigentes del museo consintieron en que la sala “Dick Van Dyke”, consagrada hasta entonces a la pintura flamenca del siglo XVI, fuera transformada en una exposición permanente de poemas japoneses escritos en rollos de papel higiénico y rebautizada como “Haikus Ketekagas”.

Psicología

Le dijeron que estaba a punto de perder la cabeza, que buscara ayuda profesional, y decidió hacerles caso.
Pidió cita en la peluquería y se cortó el pelo.