No me culpes a mi
de los mil soles pequeñitos
que cada mañana, al levantarte
te rodean;
mejor cúlpame de los mil besos
que, dirigidos a tu boca,
encierran.
No me culpes a mi
de los mil soles pequeñitos
que cada mañana, al levantarte
te rodean;
mejor cúlpame de los mil besos
que, dirigidos a tu boca,
encierran.
🙂
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