Qué molesto el sol por las rendijas de tu ventana, que se empeña en iluminarme para que me veas cuando acuda a robarte un beso, y así, puedas decir que soy yo en la rueda de reconocimiento.
Qué molesto el sol por las rendijas de tu ventana, que se empeña en iluminarme para que me veas cuando acuda a robarte un beso, y así, puedas decir que soy yo en la rueda de reconocimiento.