Despertó un domingo y parecía que había viajado a un millón de años luz con la resaca de bourbon barato ladrando en su cerebro. No bebía desde 2007, cuando su mejor amigo todavía era su mejor amigo, mucho antes de que dejaran de serlo; mucho antes de los reproches con un lacónico “sueles dejarme solo los sábados por la noche”, mucho antes de Natalia y su sonrisa; bueno, quizá no mucho antes de esto, pero antes.
Encendió la radio, todo lo que necesitaba era café cargado y música ligera para acallar a los perros de su corazón. Natalia llegaría enseguida del turno de noche, quería recibirla, prepararle el desayuno, contarle que había salido, que había…
¿Qué había hecho anoche?
Se metió en la bañera para descubrir las marcas de arañazos peligrosamente cerca de su entrepierna y las huellas de pintalabios derramándose por su cuello como vestigios de un festín vampírico.
El tintineo de las llaves en el cuenco de la entrada le despertó; se había quedado dormido en cuanto el cuarto de baño dejó de dar vueltas.
—Cariño, ya estoy en casa ¿qué tal anoch…?
En el salón, Natalia había descubierto a un joven semidesnudo marcado por doquier con rasgones de pintalabios rojo, los restos de una pelea entre caníbales. En la cocina, una joven preparaba té para tres sin inmutarse.
— ¡Voy!— gritó desde el baño, ajeno a la presencia de los cuerpos, a las tribulaciones de Natalia, al sonido de las tazas.
—No hay prisa— dijo ella con una peligrosa complacencia temblando en su voz.
Él se limpió las marcas del cuello con frenesí enfermizo, aterrado por la idea de haberla traicionado, de no poder explicarlo, de no recordar nunca lo que había sucedido.
No tendría tiempo de hacer nada de eso. Con el pitido de la tetera taladrando cada rincón de sus sesos, Natalia se largó ocultando el sol tras el atardecer de su melena cobriza, desapareciendo para siempre por la puerta.
Sí, si eso está muy bien, pero algún detallito de la orgía.
—Ya que se va Natalia, que por lo menos quede algo…—
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No se acuerda el protagonista, me voy a acordar yo. Jajaja. Buen fin de semana
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Creo que Natalia se precipitó marchándose porque, en realidad, no es lo que parece 😀 😀 😀 😀
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Es probable 😉
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🙂
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Que medo. Pues me gustaría que siguiera
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Sugerente relato y con varios caminos a seguir o a dar libertad atu imaginación, me gusta.
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