DE COSAS QUE SE PIERDEN

Abrazó la oxidada caja de galletas, última morada de todos los botones huérfanos que un día sirvieron en la casa. Quizá dentro se escondiera un corazón, pues el suyo se perdió entre los bordados de su traje de novia.

No tuvo valor para dejar plantado ante el altar al prometido que sus padres escogieron y marcharse con el mozo de caballos, más cariñoso y apuesto.


4 respuestas a “DE COSAS QUE SE PIERDEN

  1. ¡Vaya! ¡Cuánta amargura! Y todo por no tener el valor de hacer lo que en realidad se quiere hacer. Tirarse al vacío a ver qué pasa muchas veces es mejor que conformarse dentro de nuestra zona de confort.
    Buen relato.
    Un beso.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.