Hasta que el reloj comenzó su monótona danza, todo en la casa parecía eterno; era aquel dichoso “tic, tic, tic” el que convertía las cosas en perecederas, y él lo miraba sentado en su sillón de orejas y botones.
Apuntó hacia el centro de la esfera, justo donde las manillas brotaban enganchadas al mecanismo interno de aquella mala bestia, y disparó.
Fantástico micro, Aurora!!!
Me gustaMe gusta
Excelente, me recordo como me siento los lunes cuando suena la alarma. Contar una historia en tan pocas palabras tiene su chiste y tu, has pegado un home run.
Me gustaMe gusta
Dan ganas de hacer algo así los lunes por la mañana. Aunque me quedaría sin móvil.
Saludos.
Me gustaMe gusta
Me gustó, estaría bueno hacer lo mismo, aunque fuera sólo para desquitarse 😛
Me gustaLe gusta a 1 persona
Sí, la verdad es que dan ganitas a veces. jajaja
Me gustaMe gusta
Eso sí es matar el tiempo,jiji
Me gustaMe gusta
Nada hay más humano que un reloj. El hombre buscando su racionalidad quiere controlarlo todo, hasta el suspiro que representa nuestro tiempo en el Universo. Y así creamos el reloj, ese dictador al que nos hemos entregado sin la menor resistencia. Me alegro que alguien se rebele. Un certero micro. Besos
Me gustaMe gusta